Por Nicolás Ferrera

Sentimiento latinoamericano

“Una de las cosas que perdimos en Caseros, fue la costumbre de escribir y pensar como latinoamericanos. Bolívar, San Martín, Artigas, Moreno, Monteagudo, Rosas, etc. todos escribían y opinaban como americanos. Después de la caída de Rosas eso se terminó: como semicolonias, los países perdieron ese sentido americano.”
John William Cooke

martes, 23 de noviembre de 2010

La historia del Rockero y la Mujer de su Vida

(Por Nicolás Ferrera)

Siempre se habia negado a ser llamado rockero, en su vida pensó ser una estrella como las que aparecen en la Rolling Stone o demás productos desvirtuantes. Sabia muy bien que con el correr del tiempo, las cosas imprescindibles serian cada vez menos, sin embargo, mientras se hacia este planteamiento, estaba viviendo su mejor etapa musical. Todos los dias despertaba en una ciudad distinta, recibido por personas que lo apreciaban por su honestidad intelectual y su forma de ser; en sus momentos de reflexión, el rockero pensaba que toda esta gente que estaba junto a él era muy valiosa, porque habian cumplido las expectativas que todo artista anhela.

Sin embargo, el viajar constantemente habia empezado a cobrar en su vida algunos malestares, porque se sentia vacio, falto de inspiración para encarar distintos proyectos que se proponia. En una de esas giras, luego de una noche de mucho rock y excesos, decide irse una tarde a pasear por las calles de esa gran ciudad, estruendosa en cada esquina e infinita como el mismismo universo. El rockero sentia que el ruido de la potente urbe era una construcción adictiva que lo mantenía en pie para seguir cada noche sonando, para que en cada recital se viera lo mejor de él, pero tambien era un arma de doble filo, porque esa sociedad lo estaba privando de algo importante que no podia definir y mucho menos, sentir.

Fue así como llego a las afueras de aquella ciudad y se encontró con un paraiso delante de sus ojos: un rio cristalino cruzaba de punta a punta un pequeño puente casi invisible, esta imagen se perdia con la inmencidad del cielo y la claridad de las nubes. El paisaje que se le presentó a nuestro personaje fue indescriptible, tenia frente de su existencia una paleta de colores azulados que ni en sueños habia encontrado algo así. El pasto verde era extremadamente brillante, invitaban a recostarse en la grama y dejarse llevar. El rockero sabia muy bien que el tiempo lo apremiaba, asi que decidió guardar en su memoria todo esto y prometio volver muy pronto, ya que estaba fascinado.

Esa misma noche, su banda daba un recital en la gran ciudad; las luces de neón del cartel del bar eran impresionantes, el sonido del lugar era tremendo, se escuchaba hasta en el baño con la misma calidad de una primera fila. El desfile de fanáticos de la banda fue la procesión obligada antes del disfrute: treinta y cinco temas de propia autoria consolidaron un excelente show; quienes asistieron afirman que fue el mejor concierto que la banda habia hecho. Estaban en la cúspide de su carrera, los rumores de contratos discográficos eran latentes, en su camioneta había cuarenta mujeres por noche esperando ser la afortunada y terminar en la misma cama de sus ídolos.

Pero el rockero queria algo más, las luces de neón eran brillantes, pero no tanto como el cesped de aquel lugar que tuvo el placer de conocer, fue así cuando en su retina apareció como un flash la inmensidad de aquel paisaje azul que lo esperaba para reencontrarse nuevamente, con la diferencia que en esta oportunidad se trataba de la mejor noche de su vida profesional. En ese instante decidió escapar de esa nube de humo y escotes intimidantes para caminar y perderse en ese camino imaginario que habia trazado a la tarde.

Con mucha dedicación y cansancio, recordó cada paraje que lo llevó hasta esa maravilla natural, desolada, inmaculada, sin la intoxicación del ruido y la contaminación de la apabullante ciudad que se rendia ante sus pies. Esa noche el rockero estaba seguro de algo: de resignar toda la fama y el dinero que las multinacionales podían brindarle para encontar ese "algo importante" que la socidad le estaba negando. Al llegar al lugar, un ejercito de luciérnagas le dió la bienvenida, y entre todas hicieron un sendero para guiarlo en su búsqueda; el cesped estaba frió, el agua estaba resplandeciente, las estrellas parecian cristales, las flores despedian un aroma erotizante que podia triplicar el bombeo de sangre en cada una de sus venas.

El rockero habia dejado en esa caminata eterna cualquier etiqueta que esa masa adoctrinada habia depositado en él, sentia esto así porque sus hombros y su espalda parecian haber dejado de cargar con una mochila de quinientos kilos. De esta manera, el hombre le ganó al personaje: todo lo que necesitaba lo tenia frente a sus ojos. Todo era libertad en ese momento, y casi sin proponerselo, observó a lo lejos una silueta que se acercaba hacia la gran luminocidad que las luciérnagas habían creado. Todo lo que estaba era natural, nada era producto de la manipulación del hombre, naturaleza y humanidad encajaron perfectamente aquella noche.

La sombra parecia perderse a medida que se acercaba, hasta que las flores le avisaron al hombre que algo hermoso estaba llegando. Un perfume suave y femenino habia cercado el lugar, pero era un aroma que en las mujeres que ocupaban su cama durante las giras no se encontraba, una experiencia nueva en la vida del artista. Atonito, sus ojos estaban maravillados con lo que tenían enfrente: la mujer que jamás habia soñado estaba delante de él, esperando ser conquistada con la firmeza y caballerosidad de un hombre.

Él no creia en las historias de Romeo y Julieta, muchisimo menos en Adán y Eva, rock y religión no iban de la mano. Pero en ese instante se sintió más glorioso que cualquier ser vivo en el planeta, habia vuelto a ser hombre, a sentir, a ser libre, a ser lo que queria ser, habia encontrado un espacio ausente, y la mujer que tenia delante suyo habia hecho cobrar de sentido todo esto. Ambos se recostaron sobre el cesped, sin decir ni una palabra observaron el cielo cubierto de estrellas, nuestro amigo le señaló con su dedo uno de los tantos cristales luminosos de aquella inmensidad y se lo obsequió con un beso que hiso estremecer a la mujer; pero solo por un momento, porque el cumulo de pasiones se desató y no pudieron contenerse.

Ella creia haber encontrado todo lo que nunca habia imaginado, jamás pensó en estar con un rockero, pero esa noche, la etiqueta habia sido borrada para siempre. Los dos se inmortalizaron en ese beso marcado a fuego por sus labios, y cada uno vió en el otro la solución a sus vacios. La historia de dos corazones que laten juntos se iniciaba, y el hombre, nuestro amigo, el que horas antes habia sido aclamado, ahora tenia todas las respuestas a su soledad y lo que más añoraba en la vida, una mujer y compañera para darle sentido a su existencia.

2 comentarios:

  1. Hola amigo. Esta es la primera vez que visito tu blog y este es el primer texto que leo en él. Me gusto mucho la forma en que explicas la alienación del hombre, en este caso un rockero y como éste encontró algo distinto fuera de la sociedad, algo que muchas veces uno olvida pero que está ahí. Te felicito!

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  2. Muchas gracias Javier! gracias por leer, gracias por las palabras. Un abrazo enorme a la distancia!

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