Por Nicolás Ferrera

Sentimiento latinoamericano

“Una de las cosas que perdimos en Caseros, fue la costumbre de escribir y pensar como latinoamericanos. Bolívar, San Martín, Artigas, Moreno, Monteagudo, Rosas, etc. todos escribían y opinaban como americanos. Después de la caída de Rosas eso se terminó: como semicolonias, los países perdieron ese sentido americano.”
John William Cooke

jueves, 20 de septiembre de 2012

Poesía de Claudio De Acha


Claudio De Acha fue uno de los militanes juveniles secuestrados, torturados y desaparecidos el 16 de septiembre de 1976, por la dictadura militar durante la llamada "Noche de los Lápices".

A continuación, reproducimos una poesía escrita por él mismo en octubre de 1973, cuano tenía 15 años.

Las bombas caen como han caído pétalos de margaritas deshojadas,
sobre Corea, Vietnam, Laos y Camboya ayer cayeron.
Hoy caen en Israel, Egipto y Siria, pero ellas no se acaban.
Mañana caeran en Perú, Argentina, China, Cuba o sobre suelo congoleño.
Pero siempre, siempre esas bombas matarán miles y miles de vidas humanas
y siempre serán arrojadas desde lo alto por águilas de filosas garras.

Esas garras, además, se han clavado
con extramada fuerza
en muchos territorios latinoamericanos,
Uruguay, Bolivia, Brasil, Paraguay y en la patria chilena.
Ahora al ver nuestros hermanos morir y sufrir,
más que nunca esas garras debemos cortar y destruir.


Claudio De Acha (1973)


domingo, 26 de agosto de 2012

El héroe colectivo


Aquella mañana del 27 de octubre de 2010, Carlos se prestaba a desayunar tranquilamente en su casa –como lo hacía siempre- en compañía de su esposa Rocío, una mujer de 46 años que había quedado efectiva como portera de una escuelita del barrio, y acompañaba al matrimonio Chichi, el perro de la familia. Horas antes de sentarse a disfrutar de unos mates calentitos con la “patrona” –como gustaba llamar Carlos a su esposa cuando estaba de buen humor- había llegado del baile su hijo Agustín de 22 años, quien sin hacer ningún ruido fue encarando para su habitación directo a dormir.

El sol entraba por las cuatro ventanas que daban al pequeño patio poblado de variadas plantas de diversos colores, hojas y flores que perfumaban la casa entera, ubicada en el barrio La Tablada, en la zona sur de Rosario; Carlos y Rocío asistían a aquel espectáculo cotidiano, tan sencillo pero revelador, desde hace 23 años, cuando se casaron y pudieron realizar el sueño de tener la casa propia. En aquel entonces, en pleno inicio de la década menemista, el país vivió años de privatizaciones y políticas de vaciamiento del Estado que culminaron con miles de personas desocupadas, y Carlos lo sabía muy bien, ya que él fue uno más en el continuado desfile de trabajadores expulsados de sus puestos de trabajo.

A las diez y media de la mañana de ese miércoles sintoniza Crónica –como lo hacía siempre- y se entera que Néstor Kirchner había muerto. La placa negra que tenia frente a sus ojos era intimidante e impactante, en aquel momento cualquier palabra que se diga estaba de más; no daba tiempo a asimilar el golpe y la tristeza invadía el alma de manera tal que quemaba en la piel. Los ojos saltones de su mujer eran dos océanos, las lágrimas no paraban de caer sobre el mantel blanco que habían puesto sobre su mesa esa mañana para esperar al censista de la mejor manera posible.

En ese momento, la incertidumbre ganó terreno sobre Carlos y todo lo que lo rodeaba: su familia, sus compañeros de trabajo, los vecinos, el club de barrio, los jóvenes, el resto de los trabajadores, en fin, todos aquellos a los que él consideraba compañeros. La palabra “compañero” significaba para el hombre un punto de encuentro y asimilación con otros que compartían los mismos lugares de participación y de realización diaria. De todos modos, con esa gran cantidad de significados que daban sentido a su existencia, Carlos se encontraba solo, sumido en un profundo dolor.

  La transición del mediodía a la noche fue una larga carrera de llantos, puteadas , memoria y lamentos. Su hijo Agustín –que militaba políticamente- les había contado a sus padres que se iba al Monumento para encontrarse con sus compañeros; “yo voy”, dijo Carlos sin dudarlo ni un segundo, se puso de pie, beso a Rocío y se fue con su hijo.

Al llegar encontró el Monumento a la Bandera colmado de norte a sur, de este a oeste, adornado con banderas que no paraban de agitarse, personas que coreaban a viva voz “Yo soy argentino, soy soldado del pingüino”, grito de guerra que desprendía el pueblo concentrado y se apoderaba del mítico lugar. Carlos apreció todo esto, lo guardo en su retina y en su corazón como un tesoro, era lo que daba sentido a su vida, era parte del héroe colectivo que estaba naciendo: todo el dolor que lo había abrumado desde el conocimiento de la muerte del ex Presidente Néstor Kirchner ahora se tornaba en un fuego incontenible, lleno de fuerzas para “bancar lo que venga”, como gustaba decir a este viejo laburante de la zona sur de Rosario.

Esa noche fue reveladora para Carlos y para los miles que se concentraron en el Monumento: compartieron el dolor por la partida del hombre que les había devuelto la esperanza de creer en la política, en que un país mejor era posible y que había reinsertado en la discusión económica los intereses de la clase trabajadora por sobre todas las cosas. Observó las caras de los jóvenes que lo rodeaban y encontró todas las respuestas a la incertidumbre que lo había desanimado durante el día: aquella respuesta se llamaba militancia.

sábado, 5 de mayo de 2012

Oración de los fieles

Por Nicolás Ferrera

I

Malditas las escuelas que se imponen desde la Santa Objetividad,

malditas las lágrimas que bajan a mansalva, sin vergüenza, desde los ojos de niños tristes

abatidos, mutilados, hambrientos, sedientos, en cualquier lugar de este maldito mundo,

maldita la injusticia sin nombre y apellido, maldito el atajo del sentimiento de culpa,

maldita la vida que esconde muerte, que todo lo vuelve maldito, anestesiado, calculado,

maldita la esquina donde se esconden los asesinos, los masacradores, los fusiladores,

maldita la policia, maldito el represor, maldita la iglesia, maldita la gente que los bendice,

maldito el laberinto de Borges, maldito el túnel de Sábato, maldito los fueguitos de Cortázar.

II

Malditos los conquistadores europeos, la colonización, la pólvora y los espejos de colores,

malditas las monarquías, malditos los feudos, maldita la esclavitud, maldito el despojo.

III

Malditos los que robaron e impusieron la religión a fuerza de espada y caballo,

maldito el Papa, maldito los sacerdotes que callaron, malditos los sables de coroneles

que se volvieron contra su pueblo, contra la Nación que habían jurado defender.

Malditos los que aplaudian desde una torre de marfil, impolutos, la caida de

gobiernos populares, de presidentes elegidos por la mayoría, de la esperanza de todos.

Malditas las bombas en Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955, maldito aquel Cristo Vence

lleno de plomo, lleno de miseria, asesinos desde la impunidad de los cielos,

del puto cielo del Señor de los Cielos, del que todo lo ve, de su santidad divina.

IV

Malditos los policías que mataron a Juan Ingalinella, maldita la tortura,

maldita la picana, maldita la desaparición, maldito aquel día.

V

Malditas las señoras de la clase alta, malditas las viejas oligarcas de la aristocracia argentina,

que con sus conchas bienaventuradas y santas parieron a los asesinos del pueblo.

VI

Malditos los señores del Jockey Club, malditos los justificadores del crimen,

malditos los que piden mano dura, malditos los que piden pena de muerte,

malditos los que leen y escuchan a Grondona, malditos los que le creen cada palabra,

malditos los que sueñan con las epopeyas de Aldo Rico o Baby Etchecopar.

VII

Malditos los que escribieron "viva el cáncer", malditos los que secuestraron el cuerpo de Evita,

malditos los que festejaron la caida de Perón, malditos los que abrazaron y besaron a Rojas y Aramburu,

malditos los que se echaron a los pies de Onganía, malditos los que chuparon la teta genocida.

Malditos los Neustadt y los Lanata, los Majul y los Bonelli, malditos los Santo Biasatti y los Santos Medios,

que día a día regurgitan la realidad sobre nuestro plato, sobre nuestra existencia cada vez más maldita.

Malditos los Videla, Agosti, Massera, Martínez de Hoz, Alsogaray, Bunge y Born, Fortabat,

maldito el Clarín que sonaba en el ejercito asesino, maldita la tortura para tener poder.

Maldito el sistema, maldito el miedo de tener que padecer la cárcel, la persecución.

VIII

Malditos los que bendicieron armas, malditos los que callaron y asintieron la desaparición de miles,

malditos los que limpiaban el alma de los genocidas, maldita la copa del mundo que ganamos,

maldita la muerte de Perón, maldito el que apuntó y mató al Che en Bolivia.

Malditos los que abandonen el camino de la revolución, malditos los que no luchen por ella.

IX

Malditos los fusiladores, maldita la picana, malditos los vuelos de la muerte,

malditos los que cantaban sin problemas, malditos los que actuaban sin censura,

malditos los traidores, malditos los entregadores, malditos los que transaron

con las dictaduras, desde cualquier posición, y más malditos si fueron sindicalistas.

Maldito el odio de clase alta, maldita la oligarquia, maldita las cacerolas,

maldito Pinochet, traidor chileno, maldito el final de Salvador Allende.

Maldito sea el plan Cóndor, desde las malditas oficinas yankis,

malditas las botas que pisaron America Latina matando a millones de hermanos.

X

Maldito Ménem, maldito Cavallo, maldita la corrupción, maldita la privatización,

maldito el saqueo del Estado, maldita la locura menemista, maldita la noche neoliberal,

malditos los indultos, malditos cierres de fábricas, maldita venta de armas,

maldito De La Rua, doblemente maldito Cavallo, maldito progresismo argentino,

maldito 19 y 20 de diciembre de 2001, malditos 5 Presidentes,

maldito Consenso de Washington, malditas relaciones carnales.

XI

Malditas las estrofas sin sentido, malditos los libros escritos para el best seller,

maldito el nuevo periodismo, maldito el viejo periodismo y maldito el periodismo,

maldito García Márquez, maldito Vargas Llosa, malditas tintas del status quo,

malditos los cipayos que ven en lo extranjero la civilización de una humanidad maldita,

malditos los que repiten, malditos los que copian, malditos los que no maldigan.

Malditos los que se acorralan en la mentira, malditos los que canten sin pasión.

Malditas las horas de contemplanción hacia la nada, maldita la filosofía que no busque la liberación

maldita la política que no sirva para la liberación y malditos los que no luchen por ser libres.

XII

Malditos los que festejaron la muerte de Néstor, malditos los que insultaron a Cristina

malditos los misóginos, malditos los cuervos, malditos los chupasangre,

que salieron con cacerolas, que derrocharon leche al costado de la ruta de los piquetes de la abundancia,

malditos los grandes terratenientes, malditas las 4x4 que antes fueron tanques de guerra,

maldito el Monumento a la Bandera de la aristocracia, malditos los golpistas, malditos los gorilas,

malditas las damas patricias que se relamían, que añoraban a los tiempos oscuros de la dictadura,

malditos los que desfilaron junto a la Mesa de Enlace, maldita la Fundación Libertad,

maldita la Bolsa de Comercio, maldito el MST, maldito el PCR, maldita la izquierda cipaya.

XIII

Maldito el PRO, maldito Macri, maldito Scioli, maldito Insfrán, maldito Gioja, maldito Sobisch,

maldito los que reprimen, malditos los que mataron a Cristian Ferreyra,

malditos los que dispararon contra Mariano Ferreyra, malditos las patotas de la muerte.

Maldito el ingenio Ledesma, maldito los que explotan, malditos los que no hacen nada contra ello.

Malditos los Del Sel, malditos los Olmedo, malditos los Barrionuevo, malditos los Duhalde.

Malditos los que prepararon los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.

Malditos los pibes que mueren por la droga, malditos los que comercializan,

malditos los narcotraficantes, maldita la connivencia policial, política y judicial.

XIV

Malditos los que no crean en la fuerza de las mayorías, malditos los que apunten

sus cañones contra el pueblo argentino, malditos los que apoyen todo eso.

XV

Malditos los que no busquen otra salida, malditos los que duden y callen,

malditos los que no sientan como propia cada injusticia en este maldito mundo.